El triunfo del Rey de reyes
Oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Apocalipsis 19:6.
Si hay una pieza musical conocida universalmente es el “Aleluya” de Handel. En gran medida, además de otros pasajes del Apocalipsis, esta obra maestra coral de todos los tiempos está inspirada en el texto de reflexión para hoy en el que se alaba a Dios, el Señor todopoderoso porque reina.
Dios ha tenido que dejar que el mal, el pecado, se desarrollara y llegara a su madurez, pero no tolerará para siempre tanta degradación y sufrimiento. Hay un momento oportuno en el cual Dios dirá Basta. Cuando ese momento llegue, Dios recuperará el gobierno moral que tanto le pertenece en la vida de todas las personas que “han decidido hacer de el Señor de su vida. A su vez, ejercerá su derecho legítimo luego de haber dado tantas oportunidades de salvación desperdiciadas, para quitar del universo aquello que tanto dolor y desastre ha producido: el pecado y aquellos que lo han amado, en vez de amar la justicia.
Cuando Dios recupere su reino usurpado, será el día más feliz para los hombres y mujeres de bien y buena voluntad e incluso para el universo que ha decidido confiar en Dios y serle leal, porque Dios ahora sí podrá restaurar la felicidad perdida por la rebelión.
En Apocalipsis 19 se describe a Jesús como el rey vencedor, el fiel y verdadero quien tiene su ropa teñida en sangre porque nos amó tanto que dio su vida en la cruz por nosotros, y con ello ha comprado de la manera más convincente su derecho a ser el Señor y Rey de nuestros corazones y vidas; es el Verbo de Dios, Dios hecho hombre, que compartió nuestra existencia terrenal (ver Juan 1:1-3, 14); es legítimamente el REY DE REYES Y SEÑOR DE, SEÑORES.
¡Qué maravilloso será ese día en que acaben todos nuestros conflictos y Jesús recupere su reino en el universo! Pero lo más importante es que hoy, ahora, recupere su reino legitimo en tu corazón, en tu vida, al reconocer tú su derecho a que sea tu Señor y Rey, tu Redentor a quien amas y deseas confiar en él, obedecerlo y servirle por la eternidad.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie
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